El Evangelio Para el Creyente ( 2)

NOTAS DE GRACIA

El Evangelio Para el Creyente (Exposición de Romanos 5-8), Capítulo 2 
Por Robert Jones

Romanos Cáp. 6 Del Pecado a la Justicia [1]

El capitulo 5 terminó con la gracia en el trono en el lugar de la ley. En el capítulo 6 se hace esta pregunta y se responde: “¿…Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” La gracia es algo difícil de predicar. Al hacerlo, Pablo utiliza todos los superlativos hasta lo último afirmando lo infinito de la gracia en el amor de Dios. Sin embargo, Pablo estaba consciente del peligro del corrupto corazón humano que quiere pervertir la gracia, para convertirla en ocasión de libertinaje. Por lo tanto, se vuelve de la declaración de cómo la gracia justifica al creyente, para mostrar cómo la gracia en sí misma puede ser justificada. El justifica la justificación diciendo que la gracia y la justificación no son aliadas del pecado, pero destructoras del mismo; que la gracia no sólo quita la culpa del pecado, sino que también trata con el pecado en sí, produciendo santidad en la vida y el carácter del creyente. En otras palabras, que la gracia reina para vida. La gracia está en el trono, por lo tanto no hay lugar para una licencia para pecar. Es cierto que no estamos bajo la ley, pero todavía estamos “bajo” – bajo la gracia. La gracia ejerce el dominio sobre nosotros en vez del pecado, la muerte, o la ley. La gracia da vida solamente a aquellos sobre los cuales reina. Ahí es donde la gracia y la justificación se justifican.

En respuesta a la pregunta: “¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” el capítulo 6 cuenta con cuatro respuestas. (1) No puedes (versículos 1-11), (2) No te es necesario (versículos 12-14), (3) No debes (versículos 15-19), (4) Es mejor que no lo hagas (20-23). ¡En primer lugar, Pablo razona con el que hace la pregunta, entonces le hace una apelación, después le da una orden, y, finalmente, le hace una advertencia! Hay razones, “no se puede”. Hay una apelación, ” no es necesario”. Se da una orden, “no debes”. Y finalmente hay una advertencia, “mejor que no lo hagas” Este es el capítulo en síntesis. Observa que existe otra pregunta: “¿Perseveraremos en el pecado?” – Es imposible que los que han muerto al pecado vivan en él (versículo 2). El versículo 3 dice que es una contradicción de nuestra profesión hecha en el bautismo. El versículo 4, enseña que es incompatible con nuestra unión con Cristo; los versículos 5 al 7, anotan que es un regreso a la antigua esclavitud; los versículos 9 al 11, que es una violación del patrón de nuestra vida, que es el ser en todas las cosas como Cristo; los versículos 12 al 14, que no es necesario, porque le roba a Dios de Sus armas en la guerra contra el pecado; los versículos 15 al 20, que nos traería nuevamente al pecado y a Satanás como nuestros amos; el versículo 21, el continuar en el pecado sería una afrenta a la conciencia cristiana; los versículos 22 al 23, que terminaría en un desastre. Ese es el resumen completo del capítulo.

Hay tres características dominantes en estas respuestas con respecto a estar libre de pecado, que se mencionan en los versículos 17, 18 y 22. El pecado en este capítulo debe ser siempre con una letra mayúscula, ya que no se menciona una sola vez como en el plural. El tema no es el ser libre de “pecados”, como lo es en el capítulo anterior, donde la justificación nos libera de los pecados. Es algo más, ya que es la emancipación del “pecado”, como un amo que tiraniza a sus esclavos. El enfoque se divide en tres partes: los versículos 1 al 11; del 12 al 14, y del 15 al 23. La primera parte tiene que ver con el método de la liberación, la segunda con nuestra apropiación de ella por la fe, y la tercera con el propósito y el resultado de nuestra apropiación de dicha liberación. 

(1) La forma en que se asegura la libertad se da en los versículos 1 al 11.

(2) Que la libertad debe ser totalmente ejercida y disfrutada (versículos 12 al 14).

(3) La libertad no es fin un sí misma, pero es una condición que se desprende de algo mayor – una condición de santidad y vida (15-23).

EL METODO DE LIBERACION

Miremos detalladamente al método de liberación. Existe un paralelismo en los primeros once versos del capítulo 5 de Romanos y los primeros once versos del capítulo 6. En el primer caso hemos establecido las implicaciones de la muerte de Cristo por nosotros, pero en este último las implicaciones de nuestra muerte con Cristo. Nuestro conocimiento del método de la libertad no hace innecesario el estar en contacto con el único que nos puede liberar, es decir, Jesucristo. No puedes poner en práctica el método, sólo Dios puede hacer eso. Déjaselo a Él y al Espíritu Santo. El aprendizaje nunca puede sustituir a la fe. ¿Cómo, entonces, se lleva a cabo la libertad? ¡Por la muerte! La muerte es la entrada a la vida, y es por nuestra propia muerte. La liberación de la culpa del pecado y la pena es posible sólo por la muerte de Otro por nosotros, pero la liberación de la esclavitud del pecado depende de nuestra muerte con El. La única forma de ser liberado del pecado es muriendo al pecado, porque al morir pasamos a un reino donde el pecado ya no existe; donde la ruptura con él es completa y definitiva.

El pecado es contrario a la propia actitud final adoptada por el cristiano hacia él, y es contrario a la acción de Dios en relación con el “viejo hombre”. Puedes ver la primera actitud en los primeros cinco versos, y la segunda en el sexto, y de tal forma lo subjetivo del cristiano se une a los hechos objetivos en Cristo. Esa actitud acerca de la muerte es implícita, y se encuentra simbolizada en el bautismo. Entonces hemos muerto al pecado – ¿cómo pues podemos vivir en el? El pecado es odiado – no los pecados, sino el pecado, el amo tiránico. Cuando fuimos bautizados, ¿quiere decir eso que hemos muerto al pecado? Si no, ¿vamos a dejar que signifique tal cosa ahora? Se habla de la unión con Cristo, el ser uno con El, la incorporación, la asociación con El. Esta unión es una cosa completa y acabada, ya que es la unión con todo lo que Él es, en todas Sus relaciones. La unión con Él en Su muerte, en un corte completo con la vieja vida. Le sigue el ser colocado en la tumba. La muerte y el entierro son los portales de la resurrección, que “así también nosotros andemos en vida nueva.” – nueva en calidad, en naturaleza, en carácter. No es de extrañar que Pablo orara para poder conocer el “poder de su resurrección”. No hay otro poder suficiente para la emancipación del pecado, y para una vida de santo servicio. Ese es el método mediante el cual funciona el poder de la resurrección. Debes apoderarte de esto, y evitarás la decepción y el fracaso. La novedad de vida es una secuela si hemos muerto con Cristo. La unión con Él es una unión en todas las cosas, de inmediato a Su consumación (versículo 5). Comienzas con la unión con Cristo en Su muerte, y una vez unido, te lleva de inmediato consigo a través de Su resurrección. No será nuestra en toda su plenitud hasta que este cuerpo físico sea como Su cuerpo glorificado. Entonces seremos en todas los aspectos como Él, incluso en el cuerpo, porque el esperado final de este cuerpo es un nuevo cuerpo. Esto no nos priva de la vida presente, pero el “nuevo cuerpo” representa lo que será el final del proceso.

“…nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido…” discapacitado, impotente e inoperante. Este cuerpo de pecado es todavía un cuerpo de pecado, incluso en el caso de un creyente. Las propensiones al pecado están en él. “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias.” (Romanos 6: 12). El cuerpo del cristiano mas maduro y espiritual de nuestros días sigue siendo un “Cuerpo de pecado”. El pecado, expulsado del trono de la voluntad y el espíritu, hace del cuerpo su fortaleza. Es este hecho, la presencia del pecado en los miembros físicos, lo que provoca los gemidos que reclaman la redención de nuestros cuerpos, de lo que se hace referencia en Rom. 8. El hecho presente de que este cuerpo es un “cuerpo de pecado”, y la esperanza de la futura redención de este cuerpo, están constantemente delante de nosotros en estos capítulos. No hay dificultad para entender el significado del termino: “cuerpo de pecado”. Me parece que Pablo lo utiliza en el sentido literal refiriéndose a este cuerpo de pecado- el “cuerpo mortal” del versículo 12 con sus deseos.

CRUCIFICADO CON CRISTO

¿Qué hay del “viejo hombre”? Estos términos parecen ser necesarios por la venida a la existencia del “nuevo hombre”. Pablo debe encontrar un término para describir algo que había en él antes de que el “nuevo hombre” llegara a existir. En Gal. 2: 20, el lo sustituye con el pronombre:”Yo” – “Con Cristo estoy (yo) juntamente crucificado,…”. Podríamos decir que el “viejo hombre” es la antigua personalidad, pero eso parece una exageración, porque eso significa más de lo que quiero decir. A este respecto, Pablo usa la palabra “carne”. Durante años confundí el “viejo hombre” con “la carne”, pensando que eran una misma cosa. Ahora veo que es imposible, porque hay dos cosas que podemos decir del “viejo hombre”: (1) “…nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él…”

(Romanos 6: 6) y (2) en las epístolas a los Efesios y Colosenses, a los cristianos se les indica que deben “despojarse” del “viejo hombre”. De hecho, dice, que ya ha sido “despojado”. El calvario es el lugar donde fue crucificado el “viejo hombre”. Nosotros mismos, así como nuestros pecados, fuimos llevados allí. El “viejo hombre” fue ejecutado como un criminal rebelde sin esperanza. Este “viejo hombre”, crucificado, es manifiestamente distinto a nuestra muerte al pecado. El “viejo hombre” no muere al pecado, muere en sus pecados. Se necesita un “nuevo hombre” para morir al pecado. El “nuevo hombre” está de acuerdo con Dios que el único lugar para el “viejo hombre” es la cruz, y de esa forma, se despoja del “viejo hombre”. La tarea de crucificar al “viejo hombre” no se nos deja a nosotros, Dios lo ha hecho, y debemos considerarlo como algo ya consumado. Pero la “carne” se deja para que el nuevo hombre la crucifique (Gal. 5, 14). El “viejo hombre” está crucificado, pero su naturaleza, sus tendencias, sus costumbres involuntarias permanecen. El “viejo hombre” ha utilizado el mecanismo de nuestro ser por tanto tiempo que impulsivamente puede actuar involuntariamente, y por dicha costumbre, puede pedir su satisfacción a gritos. Son las “obras de la carne” a las que estamos llamados a “…hacer morir…”. (Romanos 8: 13).

El camino de la liberación está indicado. Estamos justificados del pecado. Ningún amo puede hacer una reclamación legal sobre el siervo que está muerto. Si se escapa y es capturado, podría ser para responder a una acusación de carácter criminal, pero un esclavo muerto ha sido liberado. Los esclavos del pecado están muertos, y el pecado, como el antiguo amo, se ve obligado a reconocerlo. Pero la muerte del esclavo no es más que uno de los lados de este asunto. “Si somos muertos con él, también viviremos con él.” Compartimos esa vida ahora. Necesitamos Su vida antes de que podamos morir al pecado, el pecado y todo lo que alguna vez significó para nosotros, con El. Necesitamos Su vida con nosotros para poder considerarnos diariamente muertos al pecado. Observa nuevamente que esto no es morir a “los pecados”, sino “al pecado”, es por eso que fue completado en un acto. Morir a los “pecados” no es algo completo y definitivo, es algo que toma lugar día a día. El murió – también nosotros. El vive – nosotros también. Ese debe ser nuestro constante ajuste de cuentas. No hemos terminado con la Cruz, pero hemos muerto al pecado. Esta es la clara enseñanza de este pasaje.

¡La muerte y la vida! Llegamos a lo positivo a través de lo negativo. La muerte no es el fin, sino el medio por el que podemos entrar en la vida, y convertirnos en “vivos de entre los muertos”. Nuestro negocio es vivir, no morir, pero morimos para vivir, y pasamos cada vez más a una mayor plenitud y aun mayor llenura de vida. Cada asunto relacionado a la vida abundante se encuentra en la Cruz.

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[1] Estos cuatro capítulos componen la primera parte de un panfleto titulado “El Evangelio Para Los Creyentes”, por Robert Jones. Esta excelente exposición de los capítulos 5 al 8 del libro de Romanos no se encuentra publicada de acuerdo a nuestros archivos y recursos disponibles. Estos capítulos han sido tomados de una trascripción de lo presentado en una conferencia (Llamada “una reunión” en el cuerpo de este artículo).
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Derechos de Autor de NOTAS DE GRACIA de John B. Woodward, 2010. Se concede permiso para reimprimir (con crédito) para uso no comercial. Citas de la Biblia fueron tomadas de la versión RVR 1960 © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. Traducción de J A Toranzo.

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