“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.” (Juan 7:37-39).
Recuerdo a un nuevo creyente, muy entusiasta, que me preguntó acerca de este pasaje hace años. Me dijo: “Yo leo la Biblia con regularidad, oro diariamente mientras hago mis ejercicios, asisto a los cultos dominicales, – ¿Qué otra cosa debo hacer? Jesús prometió ‘ríos de agua viva’, pero me parece que solo tengo un pequeño riachuelo”. No recuerdo haberle dado una respuesta profunda, pero me impresionó que tuviera sed de la plenitud del Espíritu de Dios en su vida. ¿Anhelamos tu y yo esta “fuente de agua viva” de la misma manera?
Continuamos estudiando cómo nuestra salvación tiene un paralelo similar a los principios de la vida abundante en Cristo. En Colosenses 2:6,7 dice, “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.”
Considera el papel del Espíritu Santo en nuestra salvación y al equiparnos a nosotros para la vida sobrenatural en Cristo.
No podemos subestimar el ministerio vital del Espíritu de Dios para traernos a la fe salvadora en Cristo. La Escritura dice: “… y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.” (1 Corintios 12:3). Él abre los ojos para reconocer la verdadera identidad de Cristo y sus demandas en nuestras vidas. “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.” (1 Corintios 12:13). Cuando cambiamos nuestras mentes y recibimos al Señor Jesucristo como nuestro Salvador, el Espíritu nos sitúa en el Cuerpo de Cristo, entramos en una unión espiritual con Cristo y con nuestros hermanos y hermanas en El. En la conversión, los creyentes son sellados con el Espíritu (Ef. 1:13), habitados por el Espíritu (1 Cor 6:19), y regenerado por el Espíritu (Tito 3:5). ¡Sólo podrían convertirse en parte de la “Novia de Cristo” (Ef. 5:32) a través del trabajo del bendito “casamentero celestial”!
De la misma forma en que hemos RECIBIDO a Cristo a través del ministerio del Espíritu Santo, necesitamos VIVIR la vida cristiana a través del ministerio del Espíritu Santo. ¡Qué fácil es alejarse de esta verdad! ¿Recuerdas el reproche de Pablo a la iglesia de Galacia cuando comprometió su mensaje con el legalismo? “¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” (3:1-3). Nuestra cultura humanista nos empuja para que seamos independientes de Dios. Equivocadamente pensamos que necesitamos el Espíritu de Dios para la salvación, pero que de ahí en adelante nos podemos guiar nosotros mismos.
¿No sería agradable si Jesús estuviese aquí en la tierra con nosotros, para ayudarnos a hacerle frente a las demandas de la vida? Pero espera – ¡El está con nosotros en la persona del Espíritu Santo! No es necesario subirse a un avión e ir a Israel para disfrutar de su presencia. ¡Él está con todos los creyentes al mismo tiempo! Como le prometió Cristo a los discípulos: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (Juan 14:16,17).
V. Raymond Edman expuso sobre este texto: “Todo lo que el Señor Jesús fue para Sus discípulos en sus días, el Espíritu Santo puede ser para nosotros en los nuestros… El Espíritu Santo es OTRO consolador – es decir, alguien como el Señor Jesús. Él es quien trae consuelo divino a través de las Escrituras a nuestros corazones con problemas. Él es nuestro Consejero, a quien podemos ir para recibir guía. El es el Espíritu de verdad y sabiduría. Él es nuestra Ayuda fehaciente que siempre está a nuestro lado para concedernos Su fuerza y Su gracia. Él es nuestro Intercesor que nos enseña a orar conforme a la voluntad de Dios. Él es nuestro Abogado, el que se declara a nuestro favor para clamar por nuestras causas, así como el Señor Resucitado es nuestro Abogado a la diestra de Dios en el cielo. El Paráclito fortalece y establece nuestros corazones en la fe, y como nuestra fiel ayuda, Él nunca nos deja ni nos abandona.” (Pero Dios, p. 87).
Entonces, ¿cómo podemos aumentar el ministerio del Espíritu en nuestras vidas para que aumente de un pequeño riachuelo a una fuente de agua viva? Tenemos que ser controlados y capacitados por Él: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,” (Ef. 5:18). También tenemos que depender de El para que nos revele la plenitud de la vida de Cristo en nosotros. Tal como Jesús prometió: “Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber.” (Juan 16:14). A medida que permanecemos en Cristo, Su Espíritu producirá a través de nosotros el fruto de “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;” (Gal 5:22,23). Pablo también afirmó: “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.” (Gal. 5:16). ¡En la misma manera en que recibiste a Cristo por medio del Espíritu Santo, depende de El diariamente para tus necesidades espirituales!
Nos sometemos al amante control y la potenciación de gracia de Tu Santo Espíritu, oh Dios. Ilumínanos para poder recibir más de las riquezas espirituales que nos has concedido en Cristo. En tu nombre, amén.
Derechos de Autor de John B. Woodward, 1999, 2010. Se concede permiso para reimprimir (con crédito) para uso no comercial. Citas de la Biblia fueron tomadas de la versión RVR 1960 © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. Traducción de J A Toranzo.