¿Cómo puede el experimentar a Cristo como (nuestra) vida equipar al creyente para poder hacer frente a las pérdidas? (Rom 5:10). Cuando lloramos una pérdida personal, no solamente revelamos el valor que otorgamos a lo perdido, sino también lo adecuado de los recursos en los que estamos dependiendo mientras penamos.
Todos nos enfrentamos a diversos tipos de pérdidas a medida que viajamos en nuestra peregrinación: la pérdida de un ser querido a la hora de su muerte, la pérdida de nuestra salud, la pérdida de las finanzas o las posesiones, la pérdida de un amigo o un cónyuge, la pérdida de un trabajo, etc. Mudarse a un nuevo puesto de trabajo o de comunidad provoca una sensación de pérdida por los amigos dejados atrás. Nuestra respuesta a las pérdidas nos ayuda a evaluar en quién o en qué estamos confiando para nuestra seguridad y realización como persona.
Cuando Ana sufría por su condición de no poder tener hijos, su marido la consoló diciendo: “Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?” (1 Samuel 1:8). Evidentemente, el pensaba que su relación matrimonial debía compensar su falta de hijos. Cuando Ana le dedicó su futuro a Dios, sin embargo, El abrió su matriz, y el profeta Samuel nació. Después de que ella cumplió lo prometido y presentó al joven Samuel para vivir y servir en el tabernáculo de Dios, Ana fue bendecida aun más por Dios: “Y visitó Jehová a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante de Jehová”. (1 Samuel 2:21). Dios sostiene a los que Le ponen en primer lugar.
Cuando los discípulos oyeron la triste noticia en el aposento alto de que Cristo habría de ser crucificado al día siguiente, se entristecieron profundamente. Por esa razón Jesús les aseguró: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí”. (Juan 14:1).
Si Cristo hubiera permanecido en la carne, su ministerio se habría mantenido localizado (¡y eso requeriría un largo viaje a la tierra santa para aquellos de nosotros que vivimos a miles de kilómetros de allí!). Sin embargo, después de Su resurrección y ascensión, Cristo y el Padre enviaron al Espíritu Santo que habita en cada creyente. Como Jesús dijo a los discípulos: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” “El os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. (Juan 16:7, Juan 14:26). ¡Qué maravilloso es que nosotros, como creyentes, tenemos a Cristo con nosotros para siempre! Cristo nos prometió: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”. (Juan 14:18).
Cuando Pablo se enfrentó al proceso penal romano y la perspectiva del martirio, él también sufrió una pérdida de apoyo entre sus amigos y hermanos: “En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon;” ¿Cómo podría Pablo enfrentar ésta pérdida? “Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación” (2 Timoteo 4:16,17). ¡Amigo, Él nunca te dejará ni te abandonará! (Hebreos 13:5).
Hace dos semanas, unos amigos nuestros se enteraron que su hijo, un misionero en China, había muerto repentinamente de un ataque al corazón. Cuando los llamé para expresar nuestra solidaridad por la pérdida, ellos testificaron del apoyo consolador de Dios. El servicio conmemorativo el viernes pasado fue un tributo Cristocéntrico a su hijo, cuyo lema era: “el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Fil. 1:21). La calidad de la paz y la esperanza que la familia expresó fue un testimonio sobrenatural de la Vida de Cristo. Las Escrituras indican que podemos sentir tristeza, pero no como los que no tienen esperanza (1 Tes. 4:13).
¿Estas pasando por la pena de alguna pérdida en tu vida? Quiera Dios que mantengas tus ojos en Cristo, que es tu vida.
Señor, gracias por ser el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación. Sé para nosotros nuestro todo en todo. En Cristo, amén.
Derechos de Autor de John B. Woodward, 2010. Se concede permiso para reimprimir (con crédito) para uso no comercial. Citas de la Biblia fueron tomadas de la versión RVR 1960 © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. Traducción de J A Toranzo.