El Poder Transformador de la Gracia de Dios

En el otoño 1976, me matriculé como estudiante del Northeastern Bible College en Nueva Jersey. Recuerdo que algunas veces manejaba mi automóvil en aquel lugar y veía vislumbrar las torres gemelas del World Trade Center. Su ausencia es ahora un recuerdo inolvidable. Durante ese verano, Nueva York fue abatida por una ola de crímenes terribles que ocurrían en esa metrópoli. Un asesino en serie dejó una nota después de sus actos mortíferos que decía: “Yo soy un monstruo. Yo soy el Hijo de Sam”. Cuando la policía finalmente capturó al asesino, David Berkowitz, su foto fue publicada en todos los periódicos del país.

Más de veinte años después, en agosto de 1999, este mismo criminal fue incluido en el programa “Larry King Live”. Chuck Colson comentó en esa entrevista, la cual tuvo lugar en una prisión de Nueva York:

“… Hemos visto un Berkowitz diferente… y los que sintonizaron vieron al antiguo Hijo de Sam que con valentía dio testimonio al señor King acerca de su fe en Cristo, e incluso dirigir a los espectadores en una oración. La entrevista tuvo lugar a causa de una nueva película sobre Berkowitz, llamada Summer of Sam (El Verano de Sam), que nuevamente desenterraba la pesadilla de sus crímenes. Pero la película deja fuera una de las partes más notables de la historia de Berkowitz – una que no perdió la oportunidad de compartir con Larry King. Hace unos diez años, Berkowitz le entregó su vida a Jesucristo. Berkowitz dice que ahora no quiere nada más que llevar a otros a Cristo, y que ha hecho dos videos para eso … En un video llamado Hijo de Sam, Hijo de la Esperanza, Berkowitz levanta sus manos y dice: “En un tiempo, éstas manos estaban siendo usadas por el diablo para destruir. Pero doy gracias a Dios por su gran misericordia que estas manos ahora se utilizan para tocar vidas'”. [1]

Alaba a Dios por el evangelio de Cristo, que es “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego!”. (Rom. 1:16). El autor humano de esas palabras en el libro de Romanos es otro ejemplo del poder transformador de la gracia de Dios. Como Pablo declaró en su testimonio, “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna”. (1 Tim. 1:12 -16).

¡Celebramos estas increíbles historias de conversión, y con razón. Los ángeles se regocijan cuando un pecador se arrepiente! (Lucas 15:10).

Ahora bien, me pregunto si todo lo que sentimos son “emociones” por el poder transformador de la gracia de Dios para con sus hijos. ¿Es esta gracia suficiente para que los creyentes crezcan hacia la madurez espiritual y obtengan la liberación de conflictos irresolutos y de los pecados que les aquejan? Sabemos que es el seguro propósito de Dios para cada creyente el que sea conformado a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:29; 10:9-13). ¿Crees que El puede hacer esto exitosamente en tu vida presente, al igual que por el resto de lo que te queda de ella?

Note ésta comparación: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Rom 8:32). En otras palabras, si Dios estaba dispuesto a dar a Jesús en el Calvario para redimirnos cuando estábamos “perdidos”, ¿cuánto más estará dispuesto a suministrar para nuestras necesidades más apremiantes, ahora que estamos “encontrados”? Tenemos al Padre justificándonos, Cristo intercediendo por nosotros, y su Espíritu morando en nosotros (Romanos 8: 9- 11; 33-34). NADA puede separarnos del amor de Dios (Rom. 8:38-39). ¡No es de extrañar que seamos declarados “más que vencedores POR MEDIO DE AQUEL que nos amó”! (Rom. 8:37).

¡No sólo es la gracia de Dios la dinámica que nos cambia de pecadores a salvos, es también la dinámica que cambia a los salvos infructíferos en salvos FRUCTIFEROS! (Juan 15:5).

Dando testimonio de su trabajo misionero, el apóstol Pablo escribió: “Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la GRACIA DE DIOS soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la GRACIA DE DIOS conmigo”. (I Cor. 15:9-10) Vemos aquí que la gracia de Dios mantuvo a Pablo humilde y agradecido. Al mismo tiempo, debes tener en cuenta que Pablo no fue un creyente pasivo. Pablo trabajó como misionero pionero y plantador de iglesias que cooperó con la gracia divina. Nosotros también estamos para vivir y trabajar POR MEDIO DE LA GRACIA.

El siguiente episodio de la vida de un médico misionero ilustra la necesidad de disponer de los recursos de Dios: “El Dr. Paul Brand estaba hablando con una facultad de medicina de la India sobre ‘deja que tu luz brille ante los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre en el cielo’. Frente al púlpito había una lámpara de aceite, con su mecha de algodón quemando el aceite que se encontraba en un plato no muy profundo. Mientras predicaba, la lámpara se quedó sin aceite, la mecha ardió en seco, y el humo lo hizo toser. Inmediatamente aprovechó la oportunidad. ‘Algunos de nosotros somos como esta mecha,’ dijo. ‘Estamos tratando de brillar para la gloria de Dios, pero simplemente apestamos. Eso es lo que sucede cuando nos utilizamos a nosotros mismo como el combustible de nuestro testimonio y no al Espíritu Santo. Las mechas pueden quemar indefinidamente, quemando brillantemente sin el humo irritante, si el combustible, el Espíritu Santo, es suministrado constantemente”. [2]

Dios también hizo hincapié en esta verdad por medio del profeta Zacarías. Después de que Israel volvió del exilio babilónico, el profeta afrontaba la enorme tarea de reconstruir el templo en Jerusalén. Para tener éxito, necesitó una toma de conciencia de la suficiencia de la fuerza de Dios. El profeta declaró al gobernador de Judá, ” Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. (Zac. 4:6).

¿Y cuál fue el propósito de este poder? ¿Era sólo para hacer a este líder más feliz? No, había una tarea que debía ser llevada a cabo. [3] Así que esta promesa de poder era de carácter práctico: “¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella”. (Zac. 4:7). La montaña de obstáculos que bloquea el camino de la voluntad de Dios no era rival para su omnipotencia (Cf. Mat. 17:20).

Esto se confirmó con otra promesa: “Las manos de Zorobabel echarán el fundamento de este templo, y sus manos la acabarán. Sabréis que Jehová de los ejércitos me ha enviado a vosotros” (Zac. 4:9; Cf. Hageo 1-3). Cuatro años después los gritos de alegría se escucharon en Jerusalén. El templo reconstruido de Jehová se completó el 12 de marzo de 516 a. C.

Este gobernador tenía que confiar en el poder de Dios para cumplir sus responsabilidades; de la misma forma lo debemos hacer nosotros. Como creyentes, somos el templo del Nuevo Testamento del Espíritu Santo (1 Cor. 3:16; 6:19-20). En cierto modo, sin embargo, estamos todavía “en construcción”. Dios está en el proceso de “crecernos” espiritualmente, fortaleciéndonos en nuestra fe, nuestra esperanza, y nuestro amor. El último “toque final” se pondrá en su lugar cuando estemos glorificados junto con nuestro Salvador: “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. (Filipenses 1:6). ¡Alegrémonos en el poder transformador de la gracia de Dios!


Notas:

[1] de “Punto de Ruptura” Comentario 2 de septiembre 1999 por Chuck Colson, http://www.breakpoint.org

[2] “Ilustraciones para la Predicación y la Enseñanza“, ed., Craig Larson, p.260.

[3] El templo, que fue destruido en el 586 a. C., estaba todavía en ruinas. A pesar de que inicialmente habían comenzado a restaurar la Casa de Dios, la oposición no permitió su reconstrucción. Esta oposición dio lugar a la autocomplacencia, el egoísmo, y la duda. Durante 16 años el templo siguió en ruinas.

El testimonio de David Berkowitz esta en línea en http://www.forgivenforlife.com


Derechos de Autor de John B. Woodward, 2000, 2010. Se concede permiso para reimprimir (con crédito) para uso no comercial. Citas de la Biblia fueron tomadas de la versión RVR 1960 © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. Traducción de J A Toranzo.

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