Un Banquete de Bendiciones

Cuando se acerca la celebración anual en los Estados Unidos del día de Acción de Gracias, muchas personas aprovechan la oportunidad para recordar la fe pionera y la cena original de Acción de Gracias en la que participaron los peregrinos de la colonia de Plymouth.

Una historia en las páginas del Antiguo Testamento ilustra la naturaleza de la gracia de Dios y los incentivos que tienen los creyentes para dar gracias a Dios continuamente.

Cerca de 1.000 años antes de Cristo, el joven David ganó una famosa victoria para Israel con su valiente demostración de fe sobre el enemigo Goliat. Su heroísmo y la confianza en Dios le hicieron ganar el respeto y la amistad especial del hijo del rey Saúl, Jonatán.

En vez de proteger su propio futuro político, Jonatán hizo un pacto con David: “E hicieron pacto Jonatán y David, porque él le amaba como a sí mismo”. (1 Sam. 18:3). La bondad de esta promesa fue demostrada por el gesto del príncipe al otorgarle a David su armadura: “Y Jonatán se quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte”. (v.4). Esta amistad fue especialmente generosa por parte de Jonatán. Este hijo del rey Saúl podía estar naturalmente inclinado a resguardar sus propios derechos al trono en vez de promover a la persona de David.

David había sido ungido como rey por el profeta Samuel (después de que Saúl hubo de descalificar su propia dinastía por medio de su desobediencia – 1 Sam. 16:13; 15:10-29). David era un “un varón conforme a Su (Dios) corazón.” (1 Sam. 13:14). Aunque su unción no era de conocimiento público, Jonatán reconoció la lealtad de David a Dios. Ellos forjaron una famosa, santa, y profética amistad y la sellaron con un pacto de protección mutua.

A medida que el corazón del rey Saúl se endurecía, el vio en David una amenaza a su propia dinastía y pasó años tratando de localizarlo para matarlo. Sin embargo, Jonatán se mantuvo fiel a sus promesas a David y lo protegió de la maléfica agenda de Saúl (1 Sam. 19,20).

A pesar de las intenciones homicidas de Saúl, David perdonó la vida del rey en dos ocasiones. Esto demostró el respeto y buenas intenciones de David hacia la familia real de Saúl (1 Sam. 24,26). Eventualmente ambos, Saúl y Jonatán, encontraron la muerte frente a los filisteos en el Monte Gilboa (1 Sam. 31).

David fue entonces ungido rey de la tribu de Judá, mientras que el hijo de Saúl, Is-boset, fue ungido por las tribus del norte para gobernarlos. Después de siete años, el hijo de Saúl fue asesinado y los líderes de Israel reconocieron a David como el rey legítimo, ungiéndole para gobernar a la unida nación de Israel (2 Sam. 5:1-7).

Con estos antecedentes en mente, llegamos a una conmovedora muestra de gracia y de acción de gracias.

“Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?” (2 Sam. 9:1). La respuesta fue: “Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies.” (vs. 3). Por lo tanto, el rey David hizo llamar al hijo superviviente de Jonatán, Mefi-boset. El joven tenía buenas razones para preocuparse acerca de las intenciones de David. (La estrategia habitual de los antiguos reyes era matar a toda la familia sobreviviente de una dinastía reemplazada). Sin embargo, David estaba ansioso por cumplir su promesa de amor a Jonatán.

Mefiboset llegó a Jerusalén, hizo reverencia delante de David, y se humilló frente al rey (2 Sam. 9:6,8). El rey David le declaró, “No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa.” (v. 7). Entonces David dio órdenes para restaurarle las tierras que habían sido de Saúl, y la familia de Siba y veinte siervos adicionales para trabajar la tierra y dar todo tipo de apoyo en lo relacionado a los bienes de Mefi-boset. Luego David declaró por tercera vez, “Mefi-boset el hijo de tu señor comerá siempre a mi mesa.” (v.10, 11).

Imaginare el alivio, aliento y alegría del hijo de Jonatán. En lugar de temer un complot para matar a los descendientes de Saúl (que intentó varias veces asesinar a David), Mefiboset fue bendecido con las bendiciones del amoroso pacto entre su padre Jonatán y David. ¡Para él, cada día era un día de Acción de Gracias real!

¿No prefigura esto las bendiciones de todos los que están reconciliados con Dios por la fe en Cristo?

A través de Jesús, “el Hijo de David,” hemos sido bendecidos “con toda bendición espiritual en los lugares celestiales…” (Efesios 1:3). No sólo somos perdonados de la pena de muerte garantizada por nuestro pecado, sino que también nos ha dado acceso personal e íntimo a la presencia del Rey de reyes. Se nos invita a disfrutar de una comunión personal diaria con el Señor Jesús a través de Su Nuevo Pacto. Él declara: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” (Apocalipsis 3:20; Cf. Heb.10:15-23).

Amigo creyente, en el día de Acción de Gracias, así como en todos los otros días, gózate de que has experimentado la misericordia de Dios y disfruta de tu acceso a un banquete diario de bendiciones en Cristo.


Mefiboset también mostró su gratitud al Rey David permaneciendo leal a él durante la revuelta de Absalón (2 Sam. 19:24-30).

Derechos de Autor de John B. Woodward, 2010. Se concede permiso para reimprimir (con crédito) para uso no comercial. Citas de la Biblia fueron tomadas de la versión RVR 1960 © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. Traducción de J A Toranzo.

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