La Emancipación de la Fuerza del Pecado (Rom. 7)

NOTAS DE GRACIA

“Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.” (Romanos 7:4-6).

Romanos 7 De la Ley a la Gracia

… Lo que voy a decir es simplemente lo que veo ahora como el significado del capítulo. No habrá ningún dogmatismo, no tengo sentido de finalidad en mi corazón, pero una mente abierta para recibir las correcciones, si lo que establezco aquí no es según la mente de Dios tal como se expresa aquí en Su Palabra.

… La primera sección (versículos 1 al 3) parece estar hablando de nuestra liberación de la “ley” por medio de la muerte. La segunda sección (versos 4-6) muestra el efecto real de la ley sobre el corazón no regenerado. La tercera, a partir del 14 hasta el final, cuyo tema parece ser la doble naturaleza del creyente y el conflicto inevitable entre ellas. [1] Parece como si Pablo hubiera anunciado el tema en el capítulo 6:14, donde dice: “pues no estáis bajo la ley”. ¿Cómo no? La respuesta se encuentra en Rom. 7:1-3. ¿Por qué no estamos bajo la ley? La respuesta se encuentra en Rom. 7:14-25. En medio de ese largo pasaje hay una digresión (versículos 7 a 13) en el que Pablo reivindica la ley, quizás habiendo reflexionado sobre ella.

¿Por qué entonces no estamos “bajo la ley”? En primer lugar, debido a la incapacidad de la ley para producir la santidad (versos 4, 5, 6). En segundo lugar (versículo 14 hasta el final, y en el capítulo 8), la razón por la que no estáis bajo la ley se debe a que un estado de “ninguna condenación” es una condición esencial para la vida espiritual y el crecimiento [2].

“En Jesucristo”

Las personas bajo consideración son aquellas que están “EN CRISTO JESÚS.” Si estos son los que están en la conclusión del argumento, entonces pienso que deben ser los sujetos de la propia argumentación. Me parece que el propósito de Pablo, por lo tanto, es mostrar que a pesar de la dualidad de la naturaleza y la vida del creyente, al tal no se le ha quitado el afable favor y la paz en Cristo. En cualquier caso, en el capítulo 7 se continúa el tema general del capítulo 6, es decir, la muerte del creyente con Cristo. Ese es el centro, pero el capítulo 7 ofrece una nueva aplicación del tema. La muerte con Cristo en Rom. 6 es la muerte al pecado, pero la muerte con Cristo en Rom. 7 es la muerte a la ley. Es la misma muerte. Morir con Cristo significa morir tanto al pecado como a la ley.

Al final del capítulo 6 hay una nota importante acerca del “fruto”: “¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis?” “tenéis por vuestro fruto la santificación” – Dios busca frutos de santidad, y para producir estos frutos, es uno de los fines de nuestra unión con Cristo en Su muerte y en Su vida. Cuando se llega al capítulo 7, es evidente que el pensamiento de llevar frutos está en la mente de Pablo. Él habla del fracaso de la ley para la producción de frutos en la vida humana, y dado que la ley ha fracasado, surge la necesidad de morir a la ley, y de unirnos a Otro, por medio de quien este fruto puede ser producido. Esa es una de las razones por la cual tenemos que salir de debajo de la ley – su fracaso, su incapacidad, su debilidad a causa de “la carne”, para satisfacer sus propias necesidades, es decir, para producir frutos de santidad. Los versículos 1 al 3 ilustran el hecho obvio de que el dominio de la ley termina cuando el súbdito muere. La muerte cancela todas las cuentas, disuelve todas las promesas y obligaciones de todos. No nos detendremos a ver la ilustración, sino que vamos a preguntar, en el versículo 4, ¿Por qué debemos morir a la ley? ¿Hay algo malo con la ley? ¡Nada! Sin embargo, no logró producir la santidad en sus súbditos. La intención de la Ley nunca fue el producir santidad. Dios sabía que no podía hacerlo cuando la envió. Si quieres saber por qué se envió, y a quien se envió, debes leer 1 Tim. 1:8-10. Fue enviada, no para que los hombres malos se convirtieran en hombres buenos, sino para controlar la maldad de los hombres.

¿Qué significa “en la carne”?

En el versículo 5 encuentras una declaración sorprendente – no sólo era la ley incapaz de producir la santidad, sino que puso en marcha el principio de pecado. La ley no creó el pecado, pero le dió energía. Ese es el innegable efecto de la restricción externa de cualquier tipo sobre una naturaleza pecaminosa. En este verso hay una referencia al período específico “cuando estábamos en la carne.” Fue entonces cuando la ley entró, y le dio una nueva energía al pecado latente dentro de nosotros. ¿A que momento se refiere? Esta oración tiene una importancia significativa. Si podemos entender esto vamos a entender más. Rom. 8:9 dice, “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu”. ¿Que hace la diferencia? Esto – la vida en el Espíritu reside justo donde estamos. Si Él mora en nosotros, entonces estamos “en el Espíritu”. Si Él no está en nosotros, entonces estamos “en la carne” – no tenemos la unión con Cristo. Eso está claro. Sin embargo, ¿en quien vive el Espíritu de Cristo? El Nuevo Testamento enseña que el Espíritu Santo mora en cada creyente — “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” (Gal. 4:6). Ninguna persona es un hijo de Dios si el Espíritu de Dios no habita en él, pero si el Espíritu de Dios mora en él, en virtud de eso, él es un hijo de Dios.

Caminando “según la carne”

Así que no se puede decir de ningún hijo de Dios que está “en la carne” (Rom. 8:9). Esa expresión es completamente contraria a Las Escrituras. Pero es posible que un creyente, que no está “en la carne”, camine “según la carne”, que es algo muy diferente. Esta distinción es importante. En el versículo 5 Pablo se refiere a la situación de los no regenerados, cuando, dice, “estábamos en la carne”, pero en el versículo 6 tenemos una declaración diferente – “Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.”. No hablo dogmáticamente, pero me parece que él se refiere a lo que se enseña en Romanos 6: 2-4.”los que hemos muerto” – muertos al pecado, el pecado que nos aprisiona – estamos “libres de la ley.” No se puede estar “libre de la ley” sin ser libre del pecado. Lo primero (ser libre de la ley) es la consecuencia de esto último (ser libre del pecado) “de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.” No se trata, como en el capítulo 6,”en novedad de vida”, pero (en el capítulo 7),”en novedad del servicio.” La primera llega mediante la muerte al pecado, la última de haber muerto a la ley…

La segunda parte comienza con el versículo 14. Se introduce primeramente declarando que la ley es espiritual, y en segundo lugar, que “yo soy carnal”. Hemos tenido este “yo” desde el versículo 7, pero en los versículos 14, el “yo” tiene un contenido diferente. En los versículo 7 al 14, el “yo” significa el conjunto de lo que era Pablo en su estado no regenerado, pero en el pasaje que comienza con el versículo 14, el “yo” se usa con tres significados diferentes y distintos. Eso es una indicación de que hemos llegado al estado de la regeneración. … (1) “Yo” como la totalidad de la persona de Pablo, (2) El nuevo hombre en Cristo (su espíritu regenerado), (3) La “carne”, que todavía se aferra a Pablo, el “nuevo hombre”.

Ya no “en la carne”

Pablo, el hombre nuevo, ya no está “en la carne,” pero la “carne” todavía está con Pablo. El “yo” del versículo 14 – “yo soy carnal, vendido al pecado.” – es sólo esa carne, los restos del “viejo hombre”; el no se refiere en absoluto a sí mismo como en Cristo. El contraste en este versículo es entre la ley y la vieja naturaleza. La ley es espiritual; la vieja naturaleza, la carne, el viejo “yo”, es carnal, vendido al pecado…

Pablo hace una declaración en el versículo 14 con respecto a su presente, no con su condición pasada. “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal” – no “he sido” – yo “soy” carnal.” Así es como describe la parte de él que es “carne”, en su naturaleza el devoto esclavo del pecado, que se vende como en un mercado de esclavos, una verdadera criatura del pecado. ¡Esa es la carne! … El conflicto en el creyente es entre lo que ya ha sido redimido, y lo que sigue siendo irredento, y que es, de hecho, irredimible – la carne.

Cuando somos regenerados por el Espíritu Santo, se opera un cambio que trabaja en el corazón, la voluntad, y el espíritu, pero no ejerce ningún tipo de cambio en la carne. La carne sigue siendo la misma. El versículo 15 muestra que hay un conflicto perpetuo “Porque lo que hago, no lo entiendo”.

Hay seis usos del pronombre “yo” en este versículo – tres en realidad, con tres usos repetidos. “Porque lo que (yo, la carne) hago, no lo entiendo (yo, el “nuevo hombre”); pues no hago(yo, el Pable integral) lo que quiero (yo, el “nuevo hombre”), sino lo que aborrezco (yo, “el nuevo hombre”), eso hago (yo, “la carne”). No se le puede dar el mismo contenido al pronombre cada vez que se utiliza; eso es imposible… Es una imagen de la triste desunión en el ser de un creyente mientras espera, a veces gimiendo, pero siempre con gozo, la redención de su cuerpo, cuando esa dualidad cesará.

Nuevamente en el versículo 15: “lo que hago, no lo entiendo” “no lo sé”, probablemente, “no lo sanciono, no lo apruebo, no lo reconozco, no me lo apropio”. Yo, el hombre nuevo, no reconozco en absoluto aquello que no es mío, porque es contrario a mi propósito y a mi voluntad. Ese es el punto mas importante de toda la cosa. Pablo no esta lamentándose de que se encuentra en un estado desesperado, y de que su vida es inútil. Él está en su camino al capítulo 8 de Romanos. Entre el hombre nuevo y la “carne” existe la separación de la Cruz de Cristo. Dios ha liberado al nuevo hombre. La “carne” es la “carne” y “en mi carne, no mora el bien”; [Estas obras “involuntarias” de la “carne” son más claramente reconocidas por el “nuevo hombre”, a medida de: “el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Col. 3, 10). Él no puede “rechazar” lo que no discierne, pero a medida que camina en la luz (Efesios 5: 13) de Dios, él es responsable de “hacer morir las obras de la carne” (Rom. 8:13) por el Espíritu, de forma continua. (Véase también Gal. 5:16-26).]

“Ya no soy yo”

El versículo 17 es una inferencia audaz. ¡Que el Señor nos dé coraje para hacerlo! Ya que el caso es: “Y si lo que no quiero, esto hago,” “… ya no soy yo quien hace aquello” Léelo en su simplicidad desnuda – “sino el pecado que mora en mí.” ¡Ya no es “Yo”! ¿Estás seguro, Pablo, que “el pecado habita” en vosotros? No hay hombre alguno debajo del cielo, no, ni aun uno, de quien esa afirmación no es cierta. Pablo distingue claramente entre sí, el nuevo hombre, y el pecado que mora en el. Su total voluntad está en contra de cualquiera de las acciones involuntarias de la “carne”. Él no es el hacedor de las obras de la “carne” por su propia y deliberada elección.

Juan dice expresamente que el que es nacido de Dios no puede pecar (1 Juan 3:9). No sé si hay un lugar para ese verso en tu doctrina o no, pero es La Escritura. Cuando encuentres espacio para este versículo en tu doctrina, debes encontrar espacio también para esto: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos” (1 Juan 1:8). ¡Cuando un conflicto de teorías aflora, surge del hecho de que una escuela de enseñanzas deja fuera un versículo, y la otra escuela deja fuera el otro! Para tener una doctrina realmente bíblica, se debe encontrar lugar para todos los versículos que tienen algo que decir sobre el asunto. El “nuevo hombre” no puede hacer otra cosa que deleitarse en la ley de Dios – si pudiera, necesitaría la salvación, y yo no sé de ninguna salvación para el “nuevo hombre” en Cristo.

Pablo dice: “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;”, “pero veo otra ley en mis miembros,la ley del pecado que está en mis miembros.”. Aquí hay dos inclinaciones, la inclinación del hombre interior y la inclinación del pecado, es decir, la inclinación del cuerpo, o el pecado en los miembros. El pecado está en todas partes en el cuerpo – en sus miembros, en sus facultades, en sus órganos, el pecado penetra todo el mecanismo de su ser…

No olvides que Pablo también estaba gozoso en la esperanza. No tengas miedo de estas paradojas, porque en ellas obtienes toda la verdad. De pie en la gracia y gozosos en la esperanza de la gloria de Dios y, sin embargo gimiendo en tu ser y en espera de ser revestidos con tu “casa no hecha de manos” (2 Cor. 5:2)… Esa esperanza de la consumación era tal que pensando en ella, estalló con un ¡Aleluya! “¡Doy gracias a Dios por Jesucristo nuestro Señor!”

Un extracto de El Evangelio Para El Creyente, Capítulo 3: En Romanos Cáp. 7 – De la Ley a la Gracia. El capítulo completo está en línea en http://www.GraceNotebook.com / Clásicos. El material contenido entre corchetes ha sido añadido por JBW.

Nota: para interpretar adecuadamente este capítulo, es vital utilizar una traducción literal y no dinámica. Por ejemplo, NVI, NLT, etc. usan “naturaleza pecaminosa” en lugar del término “carne”. Traducciones más literales como la RVR están disponibles en línea en http://www.Biblegateway.com

[1] Aunque el término “vieja naturaleza” es común, la terminología del Nuevo Testamento es “carne” (patrones anímico que requiere el cuerpo mortal) y “Pecado” (en un principio – el pecado del diablo / mundo / influencia de la carne). El creyente tiene una naturaleza esencial, la espiritual, como una nueva creación en Cristo (2 Corintios 5:17; 2 Pedro 1:4) Busca también la definición de GFI de los términos y los artículos / Aclaraciones sobre El viejo hombre y la carne, ¿Tiene El Creyente Dos Naturalezas?, y otros.

[2] “El argumento principal en este capítulo se deriva de la cuestión de si este pasaje de la autobiografía espiritual, describe la regeneración, o el hombre no regenerado. Como un buen principio, debemos recordar que no es el hábito de Las Escrituras dar ni tiempo ni espacio para las experiencias de los que no han sido regenerados. Es difícil ver cómo tal cosa puede ser útil, sobre todo una exposición como esta. Cualquiera que sea la perspectiva tomada en cuanto al significado de este capítulo, no puedo dejar de sentir que la culminación de la discusión se encuentra en el primer versículo del capítulo 8, “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” y es lamentable que estas palabras se han separado del capítulo 7. El argumento parece ser presentado para llegar a la conclusión, expresada en este verso, que hay ahora, incluso en la actualidad, a pesar del conflicto que continúa, a pesar de la dualidad en nuestro ser, ¡ahora no hay “ninguna condenación” para los que están en Cristo! Se necesita vigilancia constante por parte del creyente regenerado, porque son los esfuerzos incontenibles del pecado que mora en nosotros el querer expresarse, pero a pesar de todo, existe un “nuevo hombre” (Efesios 4:24)…” (Tomado del capítulo 3).

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Derechos de Autor de NOTAS DE GRACIA de John B. Woodward, 2010. Se concede permiso para reimprimir (con crédito) para uso no comercial. Citas de la Biblia fueron tomadas de la versión RVR 1960 © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. Traducción de J A Toranzo.